martes, 6 de abril de 2010

Escúchame

Cuando te pido que me escuches, ¡Escúchame!
Cuando te pido que me escuches y al instante me sueltas tu opinión, no estás haciendo lo que te pido.
Cuando te pido que me escuches y me interrumpes para decirme que lo has compendido todo, temo que no hayas comprendido nada.
Cuando te pido que me escuches y te declaras en desacuerdo con lo que siento, desdeñas lo que estoy viviendo.
Cuando te pido que me escuches y me dices que habiendo vivido la misma experiencia has podido superarlo, me hundes en mi obsesión de no poder salir del atolladero.
Cuando te pido que me escuches para hablarte de un doloroso fracaso sentimental, no es para que mantengas la esperanza del regreso del ser querido, sino para que me acompañes en mi deseo de plantarle cara a un drama de la ruptura.
Cuando te pido que me escuches para contarte lo mal que me siento, ahorrate, por favor, la peor de tu respuesta: "¡No te falta nada para ser feliz!"
Cuando te pido que me escuches, no te dejes distraer por la preparación de una respuesta.
Lo único que me hace falta es tu presencia silenciosa, intensamente atenta.
Si te pido que me escuches, es porque una oreja amiga me ayuda a ponerle palabras a mi malestar.
Hablándote, puedo organizar mi pensamiento, avanzar y mejorar en la comprensión de mis dificultades, de mi sufrimiento o de mi drama.
Así pues, no es necesario que hables tanto.
Simplemente, con todo tu corazón y toda tu inteligencia, ¡Escúchame!.

Reflexión extraída sobre la importancia de saber Escuchar, enviada por S.O.S. Amitié France
Autor: Jean Nicolás.